El curso acaba hoy para la mayor parte de los escolares y nos ha parecido interesante no dejar pasar la oportunidad de hablar de esta moda tan americana que poco a poco se va colando en la cultura española: las graduaciones.

Han sido varias personas las que nos han comentado que podríamos tratar este tema en el blog, ya que han tenido que asistir u organizar al menos una este final de curso.

Y decidimos hacerlo cuando hace un par de sábados un amiga me comentó que tenía que comprarse un vestido para la graduación de su hija en ¡el Palacio de Congresos de mi ciudad! “Qué exagerada”, diréis  algunos, “si no hay sitio en el salón de actos del centro para albergar a todos los alumnos, profes y familiares cercanos, es muy normal que se recurra a este tipo de sitios con más aforo”. ¿Pero…? ¡¡¡¿Para niños de tres años?!!!  ¡¡¡¡Me quedé con la boca abierta!!!!

Lo normal, al menos en mi generación (la última de la EGB), fue la graduación de COU, lo que es ahora segundo de Bachillerato, ya que era el final de una etapa y el principio de otra muy distinta, ya fuera irte a la universidad o empezar a trabajar.

Estas fiestas contaban con el acto de graduación, entrega de diplomas, discurso del director/a, del profe de turno y del alumno o alumna más “destacado/a”. Todo ello, ante la atenta mirada de las pocas familias que podían o querían asistir. Después del acto formal comenzaba lo mejor del acto y que todos, como buenos adolescentes esperábamos ansiosos semanas antes: la cena y la fiesta con tus compañeros. Esta celebración solía durar hasta altas horas de la madrugada, tuvieras más o menos ganas de quedarte hasta el final, lo hacías, ya que pocas veces te dejaban salir hasta la hora de los churros con chocolate, si no era Fin de Año.

¿Pero ahora? Hay fiestas de graduación por cada etapa, cada ciclo, casi cada curso.

Con el consiguiente gasto económico para las familias: vestido o traje, no solo del estudiante sino de toda la familia; peluquería; cena/fiesta de solo el niño o la niña con sus compañeros y profesores o, si es más pequeño/a, de toda la familia con el resto de padres y madres orgullosos.

Un diploma se otorga cuando se supera con éxito una formación, es la forma de acreditar ante terceras personas que se ha realizado dicha formación y se ha superado de manera satisfactoria. Las graduaciones implican que se ha realizado un esfuerzo académico y se ha superado con éxito. El trabajo bien hecho y el esfuerzo realizado durante años, debe celebrarse con aquellos que nos han acompañado en ese camino. Pero, ¿de verdad hay que celebrar cada año con un acto académico, con gastos económicos, que nuestro hijo/a ha pasado al siguiente curso? ¿Tiene sentido hacer una gran celebración para niños de tres años? ¿Se hacen estas fiestas pensando verdaderamente en los niños o en los padres?

¿Tú qué opinas?